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EL BLOG DE JULIO J. HENCHE MORILLAS

Estimada Carolina:

Estimada Carolina:

 

He dejado la respuesta a tu correo electrónico para el fin de semana donde encuentro momentos más apropiados para relatar mis pensamientos y emociones. Decirte que en contra de tus temores, la demora no se ha debido en absoluto a rechazo o malestar con el contenido de tu comunicado, sino a las múltiples tareas que nuestras ajetreadas vidas padecen a diario.

 

De antemano decirte que en absoluto me ofenden tus opiniones y artículos publicados en un conocido diario sobre la religión, la Iglesia Católica o la necesidad de imponer la  laicidad en el Estado. Te reconozco la inquietud intelectual que te ha caracterizado, pero permíteme exponerte algunas modestas pinceladas de mi opinión al respecto e incluso,  si no te importa, algunas vivencias personales que distan mucho de las percepciones que sobre la cuestión planteada me has contado.

 

Del Cristianismo reconozco la proeza de haber cambiado la Humanidad, hecho irrefutable nos guste o no. Una Fe que parte de la terrible, injusta y macabra crucifixión de un ser infinitamente bondadoso llamado Jesús de Nazaret que en otras circunstancias no habría pasado de uno de los infinitos casos de barbarie humana con los que nuestra especie se ha caracterizado.

 

¿Que aconteció para que desde aquel preciso momento unos individuos  temerosos, perseguidos y acobardados hayan propagado una doctrina con la que comulgan actualmente cientos de millones de personas en el mundo?.

 

¿ Que fuerza tuvieron esos seguidores o discípulos que murieron también crucificados, quemados, torturados, lapidados, devorados o “emparrillados” para conseguir el incremento de sus seguidores en vez de menguarlos?.

 

¿Qué han hecho bien durante más de 20 siglos o qué meritos han tenido estos seres humanos que ha provocado el reconocimiento de otros hombres y mujeres que han acabado por abrazar su misma fe?.

 

La respuesta que cada uno encuentra para dar explicación a las consecuencias, logros y meritos de miles de personas que sufrieron (y aún sufren en múltiples lugares) la persecución y el sistemático exterminio por parte de otros seres semejantes es libre, pero en lo que a mí respecta no encuentro otra explicación que concluir que los miles de ejemplos de vidas consagradas al amor y vocación de servicio a lo demás ha fructificado en los corazones de mucha gente. En otras palabras, que mi conclusión es que algo “han tenido que hacer bien”.

 

Mi experiencia “religiosa” no nace precisamente de mi hogar paterno ni de mi educación primaria donde, como tú sabes, poco se esmeraron para que floreciera en mi tales pensamientos y sentimientos.

 

Mi experiencia con religiosos no ha sido que se diga frustrante o humillante. No he sufrido de pederastias, aberraciones o perversiones de este tipo. Más bien al contrario. Sólo traté curas católicos en la Universidad Pontificia dónde curse mis estudios universitarios en los que por cierto me facilitaron becas que de otro modo mi pobre padre (obrero y republicano) no hubiera podido pagar los elevados (eso sí) honorarios académicos. Me enseñaron a aplicar el juicio crítico, el rigor científico y el respeto al pensamiento ajeno, incluyendo el estudio de Karl Marx y su principal obra “el capital” que , dicho sea de paso, es un tostón de mucho cuidado. A decir verdad también me enseñaron encíclicas papales como “Laborem exercens”, “Rerum novarum” y otras similares cuyo nombre no recuerdo dónde se hace una exposición absoluta y sin ambigüedades de rechazo a las injusticias sociales, la indignidad de las explotaciones de los trabajadores, el respeto a los demás y el deber de respetar la dignidad de todos los seres humanos.

 

Te juro que no me han enseñado  otras cosas, ni me obligaron a comulgar, ir a misa o hacer cosas contra mi voluntad. Reconozco el rigor intelectual de algunos profesores y seglares que tuvieron destacada influencia en el ámbito de las ciencias juridicas o las humanidades como Ezcurdia, Landecho, Díaz Moreno, Garcia Pérez o Larrínaga quienes no hicieron mas que propagar ideas claras, nítidas de respeto a la integridad del ser humano, la Democracia y al Estado de Derecho.

 

Si te dijera otra cosa mentiría y sería incomodo para mi conciencia no demostrar el sincero agradecimiento que les tengo por haberme enseñado a amar a los demás, fuera cual fuera su pensamiento, así como respetar la democracia y la libertad de todos los seres humanos.

 

No seré yo quien ponga la mano en el fuego por la santidad de la totalidad de los curas y miembros de las Iglesia, porque con la Religión me pasa como con el vino. Que lo juzgo por el sabor de su contenido y no por el formato de su continente. Me importa poco la “copa” que conserva el “vino”. Lo que verdaderamente disfruto es el sabor de la “sustancia” que contiene el “recipiente”.

 

Todo esto me ha hecho católico convencido. No soy ni santo, ni modélico ni siquiera asiduo practicante pero me gustaría vivir en una sociedad libre donde el espacio público sea de todos y puedan manifestarse estos sentimientos, que responden a lo mas intimo del ser humano y que, nos guste o no, perdurarán por los siglos de los siglos. Del Estado no me fió lo más mínimo porque todo poder político tiene una tendencia irrefrenable a la putrefacción, la arbitrariedad y el totalitarismo. O la sociedad civil y sus instituciones se construyen sobre bases “auténticamente” democráticas, sólidas y duraderas con los que parar la innata tendencia arrolladora del poder político sobre el individuo o dejamos de ser ciudadanos libres para convertirnos en meros súbditos y esclavos de la “clase dirigente” de turno.

 

Yo no pretendo convencerte, te agradezco tus correos y pensamientos con los que sin duda, y estoy seguro de ello, sólo pretendes hacerme un ser más feliz, pero quiero que entiendas que desde diferentes caminos muchos de nosotros también buscamos la felicidad, el bienestar, el progreso y el amor entre los seres humanos. Discrepancias tendremos sobre el modo de lograrlo pero lo que es irrenunciable es el derecho a que todos podamos intentarlo o proponer un modelo distinto para lograrlo.

 

Si no te importa y dejando en el anonimato tu nombre y comunicados, publicaré esta carta en mi blog. Quizás sea compartido por algún amigo que tenga a bien leer y compartir algo de lo que te he expuesto. Y si quieres insertar en mi blog tus comentarios y pensamientos, por mi parte encantado de prestarte “mi espacio  cibernético”, que pretendo que sea un espacio de libertad, debate, critica y tolerancia.

 

Y por último , aunque podamos discrepar en esto no dejes de mandarme tus artículos.

 

Un beso fuerte.

3 comentarios

Jose Luis Gómez -

Estimado Julio :

Como siempre das en la diana, debo felicitarte por la solidez de tus argumentos y la pulcra claridad en su exposición.
Como bien sabes, somos muchos los que "comulgamos ", palabra idonea, con tus argumentos y por eso te elogio en la defensa de nuestros valores.

Un abrazo.

Jose Luis Gómez

Carlos Fernandez -

Venga Julio, ya se que no tienes tiempo, pero echamos de menos tus articulos.
Un abrazo.

Jacinto Verdaguer -

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